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Este artículo se propone analizar las cuatro cartas que el escritor y periodista argentino Rodolfo Walsh, cuadro político de la organización guerrillera Montoneros, escribe entre la muerte del poeta Paco Urondo y la suya propia. “Mi querido Paco”, “Carta a Vicki”, “Carta a mis amigos”, “Carta abierta a la Junta Militar”, escritas todas en el marco de la divergencia de Walsh con la conducción de Montoneros, difieren en sus destinatarios explícitos y en sus formas, pero tienen en común la marca política. La hipótesis con la que se trabaja es que Walsh las escribe, no solo porque con ellas se remite a uno de los objetivos más primitivos de la escritura, el del culto a los muertos, sino también porque la carta es más íntima y pública a la vez que otros géneros; la carta es la forma con la cual Walsh puede expresar afectividad y a la vez intervenir políticamente. Además, siguiendo a Foucault, por un lado, la escritura es siempre escritura de sí y eso significa autoconocimiento y cuidado de sí; por otro lado, para el pensador francés la práctica de libertad está asociada a ese cuidado de sí, de ahí que las cartas puedan ser leídas como gestos de libertad.